No sé si merezco tener 22 años y unos riñones en la cuerda
floja, pero hace tiempo deje de lado los porque, la vida es impredecible y de
un cachetazo te cambia, la que eras ya no está y no va a volver. Tampoco quiero
que vuelva, porque a pesar de los llantos, enojos, tristezas y miedos con los
que conviví estos meses, hoy puedo aceptarlo, mirarme al espejo y ver las cicatrices de un par de batallas ganadas y
otras tal vez perdidas, pero mías con orgullo.
Te das cuenta que esos hechos que tildaste de
relevantes en tu vida ya no lo son, ni lo fueron. Sentirle el olorcito a la
muerte, palpar esa posibilidad, reconocer mi fragilidad, eso sí fue. No es
fácil enfrentarse a la realidad, un día me pararon el carro, con resultado de biopsia
en mano me dijeron "te cuidas o en un mes te tenemos internada, diálisis y
pronto trasplante". A nadie le gustaría escuchar eso, pero lo necesitaba, fue
muy difícil tomar conciencia de lo mal que estaba o de lo mal que me podía
poner. Sentar cabeza y ser responsable de mi tratamiento y literalmente de mi
vida fue la respuesta.
Y aunque no me siento ni un poquito cerca de la
muerte, lo pensé y muchas veces, lo pienso todos los días cuando tomo alguna de
las tantas pastillas. Pero al mismo tiempo la vida se vuelve más necesaria, no
volverá a ser lo que era, eso está claro, pero por alguna razón se quedo de mi
lado, aunque perdimos gran parte de alguna cosa en el camino, lo que quedo
floreció a nuevo. Me tuve real pena, no quería tenerla, nunca quise ser la
víctima, pero me deje serlo, ya no había orgullo no había nada, estábamos solo
mi enfermedad y yo, tenía dos opciones seguir llorando por mi tragedia o
hacerle frente. Preferí la segunda, no es fácil, pero ahí estamos mis fokin
anticuerpos y yo, frente a frente, dándole batalla, ya sabiendo que es para
largo, yo intento ponerles un límite, ellos intentan ponerse rebeldones, pero
pasito a pasito nos ponemos de acuerdo, y mandamos al Sr. Lupus nuevamente a su
trinchera . No quisiera volver a esos momentos de tristeza, no quisiera volver
a sentir esos dolores nunca más, cuando cada parte de tu cuerpo duele y se hace
imposible salir de la cama es frustrante, mas cuando recordas que tenes solo 22
años, no debería, pero es.
La vida vuelve de a poco en cada nuevo análisis que
sale mejor, por eso los festejos, se aprende a disfrutar de las cosas
sencillas, como una canción en mi guitarra aunque no suene genial, o ese
domingo en familia que diste por seguro quitándole importancia. Ya no me
importan los tiempos, ni los mandatos sociales, eche por la borda todos los
pesos innecesarios, con mi lupus tengo bastante. No se vuelve iluminado de la
enfermedad, pero definitivamente te enseña, y ya que me toco a mí, acá estoy
sacándole filo.
Hace unos meses llore por los corticoides, hoy se
que ya no lo haría, pase por tantas cosas, aprendí que finalmente ellos son los
que me devuelven un poco de esta vida. Esto no quiere decir que hoy los amé,
pero si cambio mi percepción sobre ellos, seré feliz el día que pueda dejarlos,
pero por ahora me conformo. Es que ahora pocas veces encuentro motivos para
desespérame, antes los encontraba todo el tiempo. Cada uno se construye su propio
infiernito, algunos lo creen bastante real y miserable, yo creo q el mío no es
tan terrible, aunque admito que en los días malos me siento en el limbo, no veo
salida, no hay hoy, ni colores bonitos, sino lo contrario.
No quiero demostrar con esto lo terrible de lo que
me pasa, ni compararlo con otros dolores para ver cual es peor, eso es muy
relativo. Tampoco es que me guste contar lo que sufrí y sufro, pero dejando de
lado el orgullo uno se siente más aliviado.
Deje de pensar en el futuro, para pensar en el hoy.
Hoy no me duele, entonces canto, hoy me duele, entonces descanso. Simplemente
esa es mi vida ahora, lo demás no cambio demasiado, afuera siguen las fiestas,
siguen los enojos, siguen los amores, afuera sigue. Adentro estoy yo, rehabilitando
a mis "Little kidneys "y haciendo las paces con mi cuerpo.
"Se cayeron mis alas y yo no me rendí, brindemos
que hoy es siempre todavía". Le doy la Bienvenida oficial a la nueva Estefy
lupina!, que por suerte llego para quedarse y enseñarme.
Y aunque el miedo al de nuevo exista todos los
días, me aferro a lo que quedo, la vida que me deja, que aunque según mis
médicos siempre este bordelinde. Esta, es mía y suficiente.
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